Aprovechar el espacio de cualquier cubierta con placas solares flexibles

Hace unas semanas se presentó en el Puerto de Barcelona una de las instalaciones fotovoltaicas más innovadoras de la ciudad. La instalación realizada en el Moll de Pescadors forma parte del proyecto LIVE BIVP (Building-integrated Photovoltaics) coordinado por COMSA y cofinanciado por el programa europeo LIFE.

Se han instalado 29.5kWp con el objetivo de demostrar soluciones para integrar módulos fotovoltaicos en edificios con cubiertas complejas y promover la generación de energía limpia en todo tipo de estructuras y edificaciones.

Nuestros instaladores han montado 584 placas solares con la particularidad de estar fabricadas con un material orgánico ligero, flexible y de fácil instalación. Estos innovadores paneles solares han sido desarrollados por la empresa alemana Heliatek y se estima que, al cabo del año, producirán 43.4 MWh de electricidad.

Las placas solares empleadas en este proyecto son sustancialmente diferentes a los paneles que se utilizan habitualmente en las instalaciones fotovoltaicas. Heliasol es el prototipo en el que la empresa alemana está trabajando y se trata de un modelo de panel solar flexible con capa adhesiva en su reverso.

De esta manera, los materiales utilizados para la fabricación, así como su ligereza, permiten reducir las cantidades de materiales para su montaje.

La tecnología de panel flexible y sin marco rígido, permite que estos se puedan adherir directamente a la cubierta sin la necesidad de toda la estructura que se suele requerir. Además, permite adaptarse a diferentes tipos de estructura. En el caso del proyecto de Muelle de Pesacadores, la cubierta tiene forma ovalada lo que hace que este modelo de panel se adapte mejor que un panel habitual rígido de silicio cristalino con marco rígido de aluminio.

Además, si bien un panel habitual con su análisis del ciclo de vida suele conllevar una emisión de gases de alrededor de 40 o 50gCO2 equivalentes por cada kWh generado, los paneles flexibles instalados sus emisiones bajan por debajo de los 10gCO2. Los materiales orgánicos empleados para su fabricación, y el hecho de no utilizar elementos de las llamadas tierras raras, suponen una reducción del impacto ambiental de esta tecnología.

No obstante, la celda propiamente hablando, tiene una eficiencia en torno al 7%, a diferencia de los paneles de silicio monocristalino instalados habitualmente que rondan el 20%. A pesar de las limitaciones actuales, es una tecnología que con los años irá mejorando la eficiencia y aportará múltiples usos.

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